lunes, 9 de abril de 2018

El Monasterio de los Diez Mil Budas

     Si alguna vez visitáis Hong Kong, una visita obligada es el Monasterio de los Diez Mil Budas. Fundado en 1949 por el Reverendo Yuet Kai, fue terminado en 1957.




     Nacido en una familia adinerada, estudió Filosofía en una conocida Universidad en China y a los 19 decidió abrazar el budismo y dedicar su vida a él. Tras dejar su hogar, se quemó los dedos anular y meñique de su mano izquierda. Después cortó un trozo de carne del tamaño de la palma de su mano de su pecho; lo cortó en suficientes trozos para encender 48 linternas de aceite y entonces ofreció estas linternas a Buda, a la vez que hacía tres promesas para mostrar su dedicación: nunca buscar una vida de lujos, leer y estudiar todas las escrituras budistas (Sutras) y difundir el budismo a tanta gente como le fuera posible para beneficiarles. A día de hoy se puede afirmar que consiguió todos sus objetivos.
     Tras su llegada a Hong Kong y predicar el budismo en un pequeño templo, consiguió gran número de fieles. Y fue así como un rico mercader y piadoso budista, le entregó su herencia. Inicialmente se planteó construir una escuela budista pero, finalmente, se decantó por un monasterio. La construcción del mismo comenzó en 1949. A pesar de que en ese tiempo, el Reverendo era ya anciano, se unió a sus discípulos y transportó personalmente los materiales de construcción desde el pie de la montaña para construir el Monasterio. Les llevó 8 años terminar todos los edificios y otros diez años en finalizar las cerca de 12000 estatuas de Buda.     
El Reverendo falleció en 1965, a la edad de 87 años. Después de estar enterrado durante 8 meses, sus discípulos, siguiendo sus deseos, sacaron su cuerpo del ataúd y, milagrosamente, tal como él había vaticinado, su cuerpo no había cambiado en absoluto. Entonces sus discípulos  bañaron su cuerpo en laca china y hojas de oro, y hasta hoy su cuerpo permanece en perfecto estado. De hecho, su cuerpo está situado enfrente del altar en el templo principal para que la gente lo venere.

Yuet Kai
     Posteriormente, uno de los abades del Monasterio llevó a cabo otro proyecto para glorificar el monasterio añadiendo otras 500 estatuas doradas de Arhats a tamaño real. Y os preguntaréis qué es un arhat, ¿verdad? Pues en el budismo, es una persona que ha ganado el entendimiento profundo sobre la verdadera naturaleza de la existencia, que ha alcanzado el nirvana y, en consecuencia, no volverá a nacer de nuevo. De hecho, en el budismo Theravada se considera convertirse en arhat como la meta del progreso espiritual. Si bien, en el budismo Mahayana se critica esta idea como egoísta...








    ¿Y por qué cuento esto? porque he leído en comentarios que el monasterio no merece tanto la pena, que es un engaña-turistas... Quizá no sea tan vistoso como otros templos pero si te detienes a estudiar su historia, encuentras su verdadero valor y razón de ser. Además subir desde el pie de la montaña por ese empinado camino flanqueado de arhats es toda una aventura... Coged aire y empezad el camino. Cuando lleguéis a la mitad del camino encontraréis el templo principal, con miles de pequeñas figuras de Buda y el cuerpo momificado del reverendo, y un pequeño restaurante por si necesitáis reponer fuerzas para seguir cuesta arriba hasta los otros templos y un pequeño estanque lleno de carpas. Además, las vistas desde allí arriba merecen muchísimo la pena.









También comentan que puedes encontrarte monos salvajes pero nosotros no tuvimos esa suerte. Otra vez será   ;)






2 comentarios:

myla dijo...

Qué interesante. Un post buenísimo Gloria.
Un besazo grandísimo desde
www.dreamsatfifty.com

Una Chica Como Cualquier Otra dijo...

¡Gracias, Mila! Otro beso de vuelta

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